el contador de historias

  Llueve y me acompañan una copa de vino y una cerveza. Este es el panorama al que los moradores de la ciudad nos vemos avocados algunos días así sea un día como hoy donde la pandemia azota un mundo que se había olvidado de esas cosas y que si mucho lo veía como fruto de la ficción del pasado porque no se asombre usted pero   para nosotros, los seres humanos “posmodernos” el pasado es ficción. Es posible que casi todos los citadinos amemos el campo y el pasar lento de los tiempos tal y como si se le tuviera que obligar a correr cual si fuera escolar que toma su ducha fría con los sueños húmedos de la pasada noche todavía vivos pero ¿somos capaces en realidad de vivir sin el aire viciado, los pavimentos y ruido inmisericorde que te revienta los tímpanos incluso un domingo donde solo esperas descanso de toda una semana de trabajo? La respuesta es que difícilmente renunciaremos a las bondades que suburbia de forma completamente interesada nos regala: el ruido, el frenesí, el éxtasis,