DE CIRCULOS Y HEROES


Imaginemos que se rumora que un gran terremoto está próximo a acontecer y el epicentro es una pequeña aldea y será tal que no quedaría nada a menos que se tome alguna decisión. Rápidamente el pueblo se divide entre dos bandos: uno que cree que la advertencia es falsa y decide quedarse como lo han hecho anteriormente ante sucesos tan o más desastrosos. Otro tanto la ve verídica y en consecuencia deciden partir. A los primeros los ata el temor a dejar lo que tienen y han construido, sea mucho o sea poco mientras a los segundos lo que los impulsa es la creencia de que las circunstancias ameritan tomar esa dura decisión, posiblemente a la luz de los argumentos, posiblemente también ante el temor de que sea cierto.
Generalmente los seres humanos nos movemos entre dos esas dos decisiones: el conservar o el cambiar y de seguro esta es una de la más trascendental no solo la para la sociedad sino además, a nivel personal, todos nos hemos visto muy seguramente ante esta dura circunstancia.
En mi juventud sentía una gran atracción hacia el movimiento estético del romanticismo. Esto no es en absoluto raro en esta época de la vida ya que en fin de cuentas, ¿quién puede decir que fue romántico en su juventud?  Este es un movimiento cultural que por su intensidad, estética y cercanía al sentir humano sigue siendo hoy muy influyente. La estética y el pensamiento románticos renacen cíclicamente y se perpetúan en la psique humana. Extrañamente asociamos al romanticismo con el cambio pero extrañamente y contra todo pronóstico las ideas románticas son la reacción contra él.
Cuando hablamos que es cíclico es porque en realidad no ha habido un solo movimiento romántico sino que es una idea que de una u otra forma se ha dado en la historia sobretodo occidental. Se suele decir que el primer movimiento romántico fue el de los trovadores provenzales que precisamente crearon el eje temático del amor como acto revolucionario en contra del orden establecido (en este caso si era una reacción ante el establecimiento), en especial hacia la idea del matrimonio, ya que en esa época no existía la libertad de buscar consorte, así que el amor libremente expresado así fuera meramente ideal (como generalmente ocurría en el romanticismo) era de por si un acto revolucionario.
Algunos siglos después más precisamente en el siglo XIX, apareció el movimiento romántico tal como lo conocemos. En esta ocasión  fue una reacción contra la revolución industrial y el racionalismo del XVIII, colocando la emoción por encima de la razón. Antes de esta época, lo que vería un hombre en toda su vida se parecería a lo que verían sus hijos y era lo mismo que había visto su abuelo, la velocidad de los cambios casi eran imperceptibles para las personas excepto por algunos grandes sucesos y algunos de ellos ni siquiera afectaban sustancialmente a la gente del común.
Pero la revolución científica de la era de la razón derivo en la primera revolución tecnológica e industrial, que comenzó a cambiar rápidamente la sociedad y el mundo. Al cabo de un siglo el mundo había cambiado tanto y lo seguía haciendo a un ritmo tan frenético, que ya era evidente incluso para las personas de una misma generación y así como lo describe el libro de Igman Berman, todo lo solido se deshacía en el aire (esta es una frase de marx) para dar a entender que las cosas aparecían y desaparecían a los ojos de las personas casi sin que ellos pudieran enterarse. Esto ocasionó una reacción hacia el cambio ya que las personas percibieron el cambio como una pérdida de los fundamentos de la sociedad y sobretodo comenzaron a desarraigarse de su medio ambiente cultural y natural al ya no ser capaz de entenderse y tristemente al final los seres humanos entramos en conflicto con ella.
Seguro quienes han seguido o hablado con este su humilde servidor sabrán que me gustan  (entre otras) las historias del Japón medieval así que para no variar relatare una de ellas. Cuenta la historia que a mediados del s XlX llego a Japón el comodoro Perry, un enviado militar norteamericano con la misión de terminar el aislamiento del archipiélago sostenido por siglos. Así un día cualquiera del año 1853 llega el comodoro a la bahía de Edo (como entonces se llamaba Tokio) a bordo de una flota de cañoneros acorazados. y a vapor, Algo que los japoneses jamás habían visto antes. En ese instante Japón estaba en la época del  shogunato tokugawa o sea, en plena época feudal. El choque contra la imagen de un  nuevo mundo llevo a la caída rápida del shogunato, que ya estaba erosionado luego de casi tres siglos en el poder así como a la necesidad de emprender el camino hacia la modernización. El emperador asumió el poder Comenzando entonces palabras más, palabras menos, la modernización acelerada del país. Como resultado de ello en muy poco tiempo se construyeron ferrocarriles, carreteras y muchas cosas más, Finalizó el antiguo sistema de castas feudal y en consecuencia ya no había más samuráis ni daimios.
Estos últimos, que al ser dueños de los medios de producción se adaptaron al nuevo sistema, los campesinos por primera vez tuvieron derechos aunque seguían como en todos lados atados a los medios económicos. Sin embargo los samuráis habían perdido su utilidad en el nuevo Japón y se quedaron sin función en esa nueva sociedad. Nunca se les permitió trabajar la tierra ni las artes liberales así que no conocían los nuevos medios de supervivencia y su vida estaba ligada a la guerra y la vida cultural del Japón.  Su mundo fue arrasado por los cambios y no tardaron en revelarse en las llamadas guerras Boshin. Luego de unos años fueron derrotados en la batalla de Hakodate.
Por fin en Japón había comenzado el cambio. Pero la antigua clase de los samuráis si bien derrotada no estaba destruida. Había renacido asumiendo la forma de movimientos nacionalistas y pan-asiático como la famosa orden del dragón negro: los kukuriakai.
El emperador en vez de luchar contra estos movimientos encontró que apoyarlos podría catalizar las inconformidades y producir una sublimación de estas energías en torno a un proyecto nacional. Este nuevo estado, si bien físicamente se transformaba rápido, hacia adentro se preservaban los antiguos principios.
Los hechos desembocarían finalmente en la segunda guerra mundial y se convertiría al final de ella en la derrota más desastrosa al sufrir dos ataques nucleares de manera casi simultánea. Luego del gran cataclismo, la cosmovisión de la vida cambio nuevamente de manera radical. Esta vez se abrió la puerta completamente a occidente y se restringió fuertemente la cultura nacional. Quizás el último estertor de conservar el nuevo orden fue la rebelión del escritor Yukio Mishima, quien se tomó un cuartel del ejército americano de ocupación. Luego de dirigir un discurso convocando a la restauración del antiguo orden ante los que él consideraba llamados a hacerlo que era el ejército.
 Al no ser escuchado por las tropas que lo abuchearon, decepcionado opto por realizar el Seppuku o suicidio ritual. Bueno, seguramente luego de tanto drama el mundo antiguo dio paso al Japón verdaderamente moderno que es hoy día.
Ahora se preguntaran y entonces porque hablamos de círculos? Que tiene que ver una simple forma geométrica en la historia del Japón medieval y su traumática pero exitosa modernización?. Resulta que hay dos símbolos que encontramos recurrentemente en la Simbología sagrada: el círculo y el héroe mitológico.  El círculo representa la conservación de la cultura ya que es es la forma más estable y como tal representa lo inquebrantable, lo eterno, la raíz de todas las cosas, la forma que tienen los astros y por ende la de los dioses, por así decirlo el arco perfecto ya que lo es en todas las direcciones posibles
El héroe, en contraprestación, es quien la rompe el círculo y va más allá del límite conocido el cual es demarcado por él, donde todos le dicen que no vaya, a donde habitan los dragones y los leviatanes. El héroe es quien va a lo desconocido, ya sea en el mundo real o en su mundo interior tan lejos como para ver el mundo desde una nueva perspectiva y no tan lejos como para perderse. El héroe representa la energía que nos mueve al cambio.
Entonces como podrán ver amigos míos a estas alturas estamos ante dos fuerzas que se contrarrestan. Por un lado el círculo representando las fuerzas más conservativas de la naturaleza y el héroe que representa el cambio y el desafío a lo establecido. Es en cierta forma el enfrentamiento entre los dioses  y los titanes que no son otra cosa que los dioses más antiguos, el antiguo orden representado en la edad de oro de Saturno.
Otra imagen mitológica muy común en los mitos  y que va en el mismo sentido es el conflicto entre los héroes y las serpientes o su símil los dragones, estos últimos también vistos como símbolo de la tradición y la sabiduría así como la conexión del antiguo mundo  (la cola) con el nuevo (la cabeza). Los ejemplos son muchos: Sigfrido y el dragón. Sigfrido mata el dragón robando el tesoro de los nibelungos y bañándose por ultimo en la sangre de este haciéndose invulnerable, En la mitología sumeria Marduk construye el nuevo mundo con los despojos de la serpiente Tiamat, En la mitología nórdica Thor el dios del trueno que representa por ende al cielo y lo apolíneo contra Midgard la gran serpiente que es columna vertebral del mundo, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl… en fin, los ejemplos son numerosos y comunes a culturas muy disímiles.
Sobre cual fuerza debe primar es difícil decirlo. Hay momentos en los que debe triunfar el héroe, otras debe fracasar en su intento de romperlo. Cuál es la razón entonces de escribir esto si la respuesta es tan ambigua? Precisamente eso…ante lo ambiguo solo existe el criterio y para tener criterios se debe tener conocimiento. Así se debe conocer cuando ir al frente como el héroe y cuando se debe permanecer atrás del círculo. Eso dependerá de cada quien y de cada situación.
Siempre estamos presionados entre ambas fuerzas, en fuerte e infranqueable escudo o el quemar los barcos y no dejar camino de retorno al pasado. Pero el poder sobrevivir a los tiempos implica siempre estar mudándose sabiendo que se deja y que se conserva consigo mismo. Conservar el hilo que nos ata a nuestro origen pero partir en un viaje sin fin al mismo tiempo. Así como Ulises parte de viaje, desafía a los dioses y desciende a los abismos de su propia alma, pero en el fondo de su alma esta siempre vivo el deseo de retornar a Ítaca.
Y este sería una gran e importante metáfora que encontramos en la odisea. Si Ulises no hubiera partido en su viaje no sería Ulises pero tampoco lo seria sin Ítaca. Para finalizar entonces para ser tenemos que entender nuestro viaje, paro también necesitamos el puerto al que llegar y de donde hace muchos años partimos,  todos necesitamos una Ítaca.

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