ELOGIO A LA PEREZA
En medio del
culto generalizado al trabajo es difícil creer que la civilización es movida no
por el trabajo sino por la pereza. Después de tantos discursos institucionales sobre
alárgate unos quince, vamos es por la empresa, colócate la camiseta, si es de
esta forma no conseguirás nada, pero ya que lo hiciste quince porque no una
hora?, Ya que trabajaste el sábado hasta tarde porque no también el domingo?
Sin embrago la
sociedad tiende, como la naturaleza, a
seguir la ley del menor esfuerzo. Pero aquí seguro nos estaremos preguntando:
no son entonces los maravillosos logros de la civilización los frutos dorados
del esfuerzo humano, regados con su sudor y madurados en la canasta de nuestro
tiempo invertido?
Sin embargo
quien no fue sino un perezoso quien invento la rueda por ejemplo? Nada raro que
aquel prodigio de la modorra estuviera algún día soleado en las tierras del medio oriente
completamente vencido por el sueño y con las piernas entumecidas por el pesado
fardo de trigo que llevaba al granero estival, pensando además que debía volver
por otra carga igual y otra más luego y así hasta terminar esa jornada,
repitiéndose el ciclo jornada tras jornada.
Ya nuestro
zángano designado estaba harto, quería ser dueño de su tiempo, añoraba dormir más,
hacer mejoras en su choza, contar historias a sus hijos o simplemente sentarse
a hacer nada. Como lo conseguiría? Igual tenía que sembrar y cosechar el trigo
porque se puede pelear con el tiempo más no con el hambre. En ese instante,
quien sabe, vio una piedra que rodaba por una pendiente cercana y le pegaba en la
cabeza y así consiguió la iluminación tal cual lo había conseguido Newton. –
porque no utilizar esta peculiaridad de las formas redondas? Entonces relaciono
inmediatamente esta forma que facilitaba rodar así como ya lo había visto al
empujar un tronco hacia su cabaña para volverlo leña. Sin pensar mucho sobre como
obraba tal prodigio, como podrían ser la disminución de la fricción debido al
mínimo contacto entre las partes de la rueda y el eje están en contacto. No
necesito seguro cuestionarse sobre el número pi ni menos sobre el problema
irresuelto de la cuadratura, de la extrema estabilidad de las formas esféricas
y sobre los significados místicos del círculo como el eterno retorno. Solo lo
utilizo para poder dormir unas horas más. Por pura y practica pereza en el
sentido literal de la palabra.
Así se sentó un
rato y se ideo como acoplar dos de estas piezas circulares entre sí y con una
estructura que permitiera dar soporte a la carga. Por fin podría tener unos
minutos extras para descansar y porque no para vivir más allá de la necesidad,
o sea ser lo que ahora conocemos como individuo.
Este
perezoso empezó a utilizar la carreta y
los demás seguro lo veían con extrañeza y hasta con envidia – que tipo tan
extraño y excéntrico- seguro se decían ya que para ellos era imposible otra
forma diferente a su vieja forma de hacer las cosas, Cambiar? No había lugar a
semejante despropósito. Sin embargo aquí no había terminado el “despropósito”
de aquel holgazán. Vio un animal anteriormente domesticado y pensó…bueno.
Porque no la empuja él? Así que decidió
atar al bicho aquel a la recién inventada carreta. Horas después hacia varios
viajes y con mucha más carga que sus testarudos compañeros, muy trabajadores
pero en fin de cuentas testarudos. No sabremos si nuestro valiente dormilón que
revoluciono el mundo se convirtió en rey o fue asesinado en un acto de envidia
(así como en el famoso cuento aquel de Abel y Caín la primera telenovela de la
historia según parece) por los muy acometidos pero obtusos trabajadores que
eran sus compañeros.
Eso jamás lo
sabremos pero afortunadamente otros perezosos con menos iniciativa copiaron
este portento y para nuestra gloria pudo sobrevivir. Y aquí nos damos cuenta de
algo y es que si miramos con detenimiento no solo existen muchos perezosos que hacen
cosas para trabajar menos sino que además hacen cosas para otros perezosos que
quieren trabajar menos y además hacen cosas para que los perezosos gasten el tiempo
que le logran robar al trabajo y si tú, escéptico lector, a esta altura lo
dudas, solo revisa cuanta parte del crecimiento de la economía de hoy no es
movida por bienes y servicios claramente orientados al ocio.
Llegados a este
punto seguro podremos hacer esta pregunta: y si sencillamente el perezoso se
hubiera quedado sentado o dormido sin hacer nada en absoluto? Ya de entrada
imaginar y hacer una carreta para luego atarle un animal que la jalara no es
mucho trabajo así luego tuviera muchos más tiempo inclusive.
Es que nuestro
personaje es un zángano pero no un tonto y como no lo es seguro tampoco desea
morirse de hambre, es amas posiblemente haya sido más ambicioso que sus obcecados
amigos trabajadores así que se tiene que poner en acción cada día como los
demás en la lucha por la supervivencia y afortunadamente para él eso lo tiene
bien claro al menos eso esperamos.
Además, como
buen holgazán que es, sueña con levantarse y ver su despensa llena de cosas y
que cuando desee algo solo tenga que estirar la mano (algún esfuerzo tiene que
hacer) y alcanzar lo que desee, pues para que tiempo si no se puede hacer lo
que se desea en el?. Así que nuestro amigo tiene además una meta clara como
tener la despensa llena, viajar y no hacer nada en lo absoluto mientras bebe
una cerveza a la orilla del mar o simplemente tener la cama en la cual pueda realizar
sus deseos oníricos.
a esto yo lo he
llamado propósito. El propósito es para mí es tener una idea de los propios
deseos y ello a la vez, nos obliga a conocer nuestras debilidades, fortalezas y motivaciones. Esto
lo dicta la naturaleza propia y sobretodo los motores internos que apuntan hacia
la consecución de él. Como vemos para ser un perezoso exitoso y diestro en el arte
de hacer otras cosas aparte de trabajar, se debe tener un propósito claro, no
solo ser una gran bolsa llena de estiércol, que simplemente esta y nada más.
Seguramente
aquí algunos nuevamente cuestionaran y dirán: bueno, está bien es perezoso y
además es ambicioso, no desea morirse de hambre. Entonces seguro será un
parasito manipulador, un ladrón o un timador que espera que los demás hagan
todo por el: cargar su trigo, hacer su pan, asear su casa. Seguro existen
muchos perezosos de esta clase, o sea, los parásitos. Pero los gusanos tarde o
temprano serán purgados así que al parasito solo le queda saltar como las
pulgas de perro en perro sin construir nada seguro, dependiendo de que alguien
se preste para su juego de cuando tarda en descubrirlo. A la larga trabajara más
en sus ires y venires, eternamente escapando, eternamente engañando. Algo por demás
agotador y que al final va en contra del credo de la pereza.
Así, resumiendo,
nuestro perezoso además de ser perezoso
debe además tener un propósito y adicionalmente una visión ética y respetuosa
de la sociedad. Entonces cual será la herramienta que utilizara para alcanzar
su anhelada paz libre del yugo del trabajo?.
Pues la
respuesta está en el método. Y aquí en este lugar hay dos cosas fundamentales:
la primera es la disciplina y la segunda el conocimiento el cual está relacionado
con la creatividad y la curiosidad. La disciplina es una estructura clara e
inapelable donde los procedimientos y los resultados están claramente definidos.
Ser disciplinado es acometer unas tareas que debe cumplirse con ciertas
características definidas como espacio y tiempo para alcanzar unos resultados
esperables. Aquí hay que decir que Aristóteles decía que la excelencia no se
logra con hechos excepcionales sino con los hechos cotidianos acometidos de
manera precisa. Pequeños actos realizados de manera coherente y correcta.
Bueno, esto
suena muy riguroso y seguro nuestro perezoso todavía estará pensando que
invierte mucho tiempo en estas acciones repetitivas que incluso muchos ni
siquiera entienden. A él se le ocurrió posiblemente que podía hacerlo mejor
como había observado en sus jornadas de vagancia que la naturaleza ofrecía
mejores soluciones que las ideadas por otro perezoso antes que él. Porque no
mejorar las cosas, mejorar el método y elevar todavía más el refinado arte de
la holgazanería?
Llegado a este
punto entonces hacemos el balance y concluiremos: los perezosos son los que
hacen crecer nuestra civilización o la cultura que llamamos. Pero este perezoso
debe tener un propósito, ser ético y además debe tener una estructura en el
conocimiento para conseguir precisamente su propósito (obviamente tendrá que
invertir parte de su tiempo para conseguir esto). Me disculparan si lo escrito
aquí parece un manifiesto a la autoayuda, un piense y hágase rico o similares;
No es en realidad el punto pero bueno, es digamos, un valor agregado espero.
Algo de lo que yo llamo pensamiento estratégico porque toda buena estrategia debe
tener eso: eficiencia, propósito, conocimiento y método. Posiblemente la ética
no es necesaria para que una estrategia triunfe en un hecho en particular pero
si lo es (o al menos lo es para mí) para que sea trascendente en el tiempo y en un sentido más profundo significativa,
pues si se aplica aquello de que el fin justifica los medios podremos conseguir
lo que nos hemos propuesto en primera instancia pero las causalidades que se
generan seguro estarán lejos de las deseadas y eso, es lo que vemos en el día a
día.
la despreciada
pereza, el pecado capital más pesado de todos, el que como la esperanza no sería
capaz de escapar, así como la esperanza de la caja de pandora, sí que los
mentados pecados estuvieran encerrados en una caja similar, tiene entonces un
papel más protagónico en el drama humano del que imaginamos. De hecho y esto no
es tan perceptible aunque si esta medido. Por ejemplo la economía del ocio como
ya habíamos insinuado, tiene un importante peso dentro de toda la economía
global, seguro por encima del veinte por ciento de todo lo que se produce si no
es que más, está orientado hacia el ocio. La bueno mesa, la televisión, el cine
y no sigamos porque se podrían llenar hojas enteras enumerando ejemplos.
Y es que lo que
somos al fin del día, es ocio, el ser dueños de nuestro tiempo. Lo que nos hace
humanos es lo que hacemos o hemos hecho más allá de la lucha por la existencia
así que mientras esta nos consuma somos de una u otra forma menos humanos.
Seguro habría menos arte y belleza, seguramente no importaría a que sabe la
comida ni que los espacios en los que habitamos sean agradables o que tenga
alguna característica diferente de la funcionalidad y aunque todo lo anterior
es fruto del trabajo no tendría sentido sin el ocio, aquel despreciado vicio
que nuestro holgazán tanto defiende, como si fuera su más preciado hijo.
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