UNA HISTORIA SOBRE GANAR

este fue el trofeo de la II copa medellin


Esta es la historia sobre este objeto. A simple vista es un cacharro cuya única función es acumular polvo y obligar a quien lo posee a sacar un instante de  su tiempo semanal para limpiarlo. Pero algunas veces más que el objeto, es la historia que hay detrás de ellos. Ese es el caso de este.
Corría el año 2000, mes de diciembre y ya sabíamos que el mundo no se iba a acabar ese año como tantas veces se había dicho. No cayo el asteroide ni llegaron los cuatro jinetes en sendos caballos, Eso sí. El país estaba en medio de un Armagedón pero eso es parte de otra historia. Esta historia en particular es la un torneo de rugby, uno de tantos que he jugado y seguro no el más técnico ni mejor jugado pero seguramente si uno de los que más recuerdo.
Veníamos de un buen año, buenos resultados y un plantel relativamente sano, todos muy jóvenes y con mucho potencial, al menos para el nivel que el juego de esa época nos exigía. Ese diciembre se realizaría por primera vez la copa Medellín, un torneo de fin de semana como muchos que aun hoy se realizan en el país y pionero con el torneo conquistadores y el  Bogotá seven a-side de los torneos nacionales. Si ven en la bacinillita (eso mismo es) dice segunda y es que la primera se entregó al club alianza francesa que para ese año (1999) había ganado todas las competiciones locales y nacionales. En el marco del entonces precursor del interligas nacional (en ese año solo Antioquia, Bogotá y Santander ya que éramos los únicos) se decidió crear el torneo el cual se jugaría en su categoría de clubes el año siguiente.
Para esa ocasión participamos zorros, un combinado de jugadores de Bogotá y argentina, gatos (en ese momento todavía en el club universitario de la U de A), alianza francesa junto con eafit (desde ese instante siguieron fusionados) y petirrojos junto con la nacional. El torneo inicio un viernes y ese día jugamos contra los argentinos y contra zorros ganando ambos partidos con argumentos.
Desafortunadamente la historia no se repitió el sábado y tuvimos un primer partido desastroso más que por el resultado (perdimos por un punto) lo fue por la cantidad de bajas que tuvimos. Para rematar jugamos luego contra alianza y eafit, para mí el mejor equipo del torneo y además de recibir una paliza tuvimos aún más bajas así que el panorama no pintaba muy bien. Sin embargo los resultados del primer día nos dieron vida para el último donde se jugarían semifinales y final. Después de ello todo el mundo nos daba por derrotados. Cuando me preguntaban sobre el porque nos fue tan mal yo solamente respondí: “no se… pero mañana será otro día”. La sensación de la derrota y del orgullo herido no podía abandonarme y me acompañaría toda esa noche en la que me consumí a lamer mis heridas tanto físicas como morales. Apelaba al dolor intenso que sentía para buscar fortaleza mientras en la penumbra de mi habitación sonaban solamente melodías sobre la guerra.
Al otro día la historia fue diferente. Después de descansar lo que se pudo, se emprendió regreso a la cancha. El panorama pintaba realmente mal. Entre los sobrevivientes y los que decidimos aun así jugar completamos la cantidad mínima para jugar (trece) pero con la franca decisión de jugarnos la vida ese día. Entonces así empezamos e iniciamos contra eafit-alianza y luego de la salida de centro y una excelente jugada de Alejandro Londoño hicimos un try que por lo temprano nos daba vida inclinando al menos por un tiempo el viento a nuestro favor.
Estando nosotros en ese predicamento llego un compañero más pero ante la necesidad, se precipitó al entrar sin estar autorizado resultando amonestado con amarilla y diez minutos fuera así que Seguimos los trece aunque, afortunadamente desde ese momento, con la esperanza de uno más. No teníamos de cualquier manera mucho fondo para ganar. Estando así las cosas que nos tocaba defender como si fuera el último día de nuestras vidas, en último aliento todavía atrapado en nuestros pulmones. Recibimos un try pero rápido nos volvimos arriba ganando contra todo pronóstico. Nos quedaba adelante la final para la cual no teníamos cambios (ni siquiera teníamos un equipo completo), ni piernas porque estábamos golpeados y agotados al límite.
Así comenzó el siguiente partido. El rival arremetió con determinación pero tuvimos dos penales que aprovechamos a los palos y nos fuimos seis arriba. Físicamente no teníamos como ir hasta el ingol contrario por algún try y lo único que podíamos hacer era defender como si no hubiera mañana y eso hicimos. Personalmente ya no tenía energía para ir al tackle así que literalmente tiraba mi cuerpo para impedir el avance del rival.
Recuerdo que en algún momento comencé a ver todo nublado, como como si mis ojos fueran un vidrio por el cual corria leche y esos, queridos amigos, son los síntomas de la falta de aire y azúcar. No sé en qué momento y donde salió, pero en preciso momento escuche a Mauro Henao que me decía: “viejito…se acabó…ganamos”. Me demore más de un minuto en asimilar lo que me decían. Pero al final me pude comprender que lo imposible había sucedido y contra todo pronóstico ese día ganamos. Repito que este torneo no fue ni de cerca el mejor (los mejores tiempos  de gatos estaban lejos en ese entonces) pero si me dejo una profunda huella y sobretodo una gran lección de vida.
Aquí acaba la historia y llegamos al final de este relato con esta pregunta: QUE REPRESENTA GANAR?. Siempre les digo a los muchachos que entreno que ganar vale la pena porque es duro, porque exige la mejor versión de ti y te muestra lo que eres capaz de sacrificar en pos de lo que te propusiste conseguir. Siempre en el día a día no solo del campo sino también fuera de él está hecho de pequeñas batallas que a su vez son parte de otras más grandes y estas son a su vez parte de una guerra que estamos obligados a pelear que es LA VIDA. Para ganar esta guerra debemos empeñarnos en vencer  estas pequeñas grandes batallas cotidianas.
Seguro perderemos muchas de estas batallas pero aun así mañana será otro día y seguro la victoria está reservada para quien esté dispuesto a pelear un día más haciendo las cosas mejor y con determinación. Para mi vida tome estas tres enseñanzas duramente conseguidas ese día, me tome el trabajo de enumerarlas aquí:
La primera es que Vencer exige determinación: en las grandes batallas de la vida no tienes nada ganado de entrada (posiblemente si perdido). Ganar no será fácil y mucho menos gratuito y entre más dura la batalla sea mayor será la recompensa.
La segunda es que Mañana será otro día: siempre perderemos batallas pero seguro si decidimos pelear un día más y si recapacitamos sobre un mejor camino al final ganaremos.
Y por últimos que al principio subes la montaña por el reto que representa, luego lo hacer para ver el atardecer desde la cima: la supervivencia exige que ganemos batallas cotidianas para que se garantice la existencia pero más allá de eso la batalla en si misma nos enseña una versión mejor de nosotros mismos, haciéndose cada vez más profunda e íntima, que nos impulsa cada día a seguir la lucha aun después de haber ganado, algo parecido a lo que ocurre con en el mito alquímico donde se convierte el plomo en oro: el plomo del individuo que quiere ganar para simplemente ser reconocido al oro del que gana porque quiere ser mejor cada día.
No siendo más me despido por hoy. Ya está muy largo esto para este medio (es una parte de otro más largo que estoy escribiendo al respecto). Si he sonado algo arrogante sabrán perdonarme espero pero es por el orgullo y parafraseando algo que alguna vez escuche de Eduardo Galeano, es diferente orgullo de vanidad. Orgullo es exhibir lo que se tiene  (o que se consiguió) mientras vanidad es hacerlo con lo que no se tiene, solamente consolarse con lúgubres y tristes espejismos. De despide de ustedes UN GATO MAS…Y MUY ORGULLOSO DE SERLO.
LUIS GUILLERMO ARBOLEDA

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