ARISTOCRACIA
Esto comienza con una confesión sobre mi barba. Si mal no
recuerdo decidí dejarme crecer la barba por segunda vez cuando corría el año 2009 y digo por segunda
porque ya la había tenido larga anteriormente. Posiblemente pensaran ya que lo
que es más lógico, que fue un acto de vanidad, una simple aventura estética
como las que los seres humanos emprendemos tantas veces en nuestras vidas más
sin embargo, lo evidente es generalmente, erróneo. Y aquí viene mi confesión…
si existe una razón más allá de esta falsa obviedad: la razón por la cual me
deje crecer la barba era para tener un signo visible que me recordara un
propósito que me había hecho.
Estuve así un buen rato. Creo que al final conseguí el
propósito trazado, también en el camino ya no lo necesite para recordar mi
propósito entonces luego de un tiempo ya no necesite de ese símbolo
autoimpuesto entonces me la corte. Hoy nuevamente la conservo pero más que todo
porque acostumbre a ella volviéndose como una vieja amiga, a veces incomoda
pero con la que siempre tienes cierta complicidad. Después de esta pequeña
curva retornemos a la motivación inicial de todo esto: el propósito de ser
mejor cada día.
Hay una historia sobre las guerras entre romanos y etruscos
para mi bastante diciente del espíritu de los romanos y el rasgo que los llevo
hacia la creación de la entidad política más trascendental de la historia de
occidente conocida en la posteridad como el imperio romano. Así que comencemos
esta historia… resulta que el tropel inicio porque el último verdadero rey de
roma Tarquino el déspota había sido expulsado de la ciudad ya que sus
ciudadanos estaban, en secreto, creando la republica romana. Como Tarquinio era
de origen etrusco fue a buscar al máximo líder de ese pueblo en ese momento, el
mítico Lars Porcena y este reunió su ejército como el falso propósito de ayudar
a tarquino ya que su real propósito era golpear fuertemente a roma que ya era
una amenaza real para ellos. Contra todo pronóstico logro lo que era visto como
un imposible: sitiar a Roma. Como en todo asedio, al principio no fue tan
grave, pero con el paso de los días la tensión fue creciendo y termino en una
prolongada incertidumbre. En medio de todo aquello se fue gestando el desespero de que el sitio que se prolongaba
ya que no parecía posible levantarlo.
Fue entonces que un joven soldado llamado Cayo Mucio se ofreció
a vestirse de etrusco e infiltrarse en su campamento y asesinar a Porcena y determinar así una
nueva victoria romana. A los lideres romanos, seguramente los primeros senadores, les pareció
descabellado y suicida; pero dadas las circunstancia no pudieron decir que no, así
que Mucio atravesó el Tíber a nado en la media noche rumbo al palacio real. Se logró
escabullir y busco las estancias de Lars Porcena. Luego entro a una estancia
donde había un gordo lleno de joyas y ropajes finos que estaba pagándole a los
soldados. Viéndolo así asumió que era el rey de los etruscos, ya que los
romanos de la época tenían esa impresión de muchos de los reyes barbaros,
entonces que procedió a asesinarlo. El
señor obeso no fue capaz de reaccionar y sí mucho alcanzo a gritar antes de que
Cayo Nuncio lo atravesara con el acero de su daga, recibiendo una sola y fatal
puñalada.
Entonces llego la guardia y lo capturo lo cual no sorprendió
a Cayo ya que para él esta era una misión suicida aunque para su tristeza fracasada
ya que el muerto no fue Porcena sino un funcionario de su corte. la guardia fue
con su prisionero ante el mismísimo Lars Porcena para que emitiera su juicio el
cual tendría como obvio desenlace la muerte por cualquier método horrible que
escarmentara a los rebeldes romanos y los hiciera ver que su sueño de una república
era solamente eso: sueño descabellado.
Cayo Mucio antes que
amilanarse ante su inminente destino dijo en voz alta antes de ser interpelado:
“Soy un ciudadano de Roma”, dijo, “los hombres me llaman Cayo Mucio. Como
enemigo, quería matar a un enemigo, y tengo suficiente valor como para
enfrentar la muerte con tal de lograrlo. Es la naturaleza romana actuar con
valentía y sufrir con valentía. No soy el único en haber tomado esta resolución
en tu contra; detrás de mí hay una larga lista de aspirantes a la misma
distinción. Si es tu deseo, prepárate para una lucha en la que habrás de
combatir cada hora por tu vida y encontrar un enemigo armado en el umbral de tu
tienda. Esta es la clase de guerra que nosotros, los jóvenes romanos, te
declaramos. No temerás las formaciones, no temerás la batalla, es sólo cosa
entre tú y cada uno de nosotros”
Y habiendo dicho eso metió su mano derecha a un bracero y sin musitar
palabra ni hacer gesto de dolor alguno resistió hasta que su mano se consumió
en las brasas. Cuando ello ocurrió cayo Mucio dijo: "Poca cosa es el
cuerpo, para quien sólo aspira a la gloria". Porcena, que tendría el honor
de ser el primero en alcanzar a sitiar roma y el primer etrusco en derrotarlos
luego de doscientos años de expansión constante de Roma, sintió tal congoja
ante esta demostración de valor, que retiro el sitio negociando la paz con los
romanos, y libero al ahora manco Cayo Mucio que desde ese momento seria llamado
Mucio Escévola que en latín significa el surdo. Bueno…o al menos así lo cuentan
los republicanos romanos.
Roma se hizo a partir de individuos como Mucio. Luego de él vendría Escipión, Mario, Pompeyo, Cesar
entre otros tantos, que demostrarían su valía en servicio de la republica
primero y del imperio después. Pero más importante es revelar el afán de estos
individuos en ser los mejores todo sentido y superar cualquier limite aunque
este fuera considerado insuperable. Colocar la vara más alta, ser de verdad
respetable pero más que por su alcurnia por sus capacidades y nobleza de sus
accione. Para el aristócrata romano (al menos los de esta época) incluso la
alcurnia le entregaba una obligación mayor a quien la poseía, si tenías más
dinero, pagabas más impuestos y a la hora de prestar el servicio militar que
además era obligatorio este era de diez años así mismo ningún patricio romano
iba a renunciar a las cargas que pudiera enfrentar su sociedad. Si había que
sembrar o construir el sería el primero porque era cuestión de DIGNITAS (como
veremos más adelante) y la dignidad lo era todo. Este era entonces el gobierno
de la aristocracia la etimología de la palabra es: “el gobierno de los mejores”.
Alguna vez hablando sobre democracia y autocracia, hablaba
de lo lento que es la democracia en comparación de la autocracia y sus
consecuencias pero que en la primera existía algo que yo llamo propósito y que
palabras más, palabras menos es la capacidad de llegar a un consenso.
Sin embargo no existe verdadero consenso son libertad. La
capacidad de elección al final es lo que hace que el consenso, o sea, lo
voluntad de todos. A pesar de que el
individuo libre debe ver por sí mismo en consecuencia su éxito o fracaso será
suyo (construye su propio destino) y que
este es reflejo de sus actos porque es en últimas donde reside el poder
de la palabra libertad, en ser dueño tanto de los triunfos como de los fracasos
que nos labramos con nuestros actos soberanos.
Si el individuo libre fracasa nadie ira en su rescate del
abismo pero si triunfa el fruto del éxito será (o debería ser) solo suyo. En últimas
esta doble motivación es el motor de su vida. En cambio el individuo sin
libertad no le importa el fracaso porque si ello sucede la responsabilidad será
de otro y los efectos minimizados ya que al final será rescatado y si por el
contrario triunfa los frutos de ello tampoco le pertenecerán, por lo que no
tiene gran interés en el triunfo o el fracaso.
Para mi esta es unas de las razones por las que usualmente se
desconfía de la democracia: porque fracasa cuando no somos consecuentes con los
retos que nos impone la libertad. Esto nos obliga a que además de tomar
decisiones autónomas, debemos además empeñarnos en que sean las mejores Y que
los que guíen este barco sean a su vez los mejores y a esto es a lo que se
llama aristocracia. No expresada en el sentido de un gobierno plutócrata u
oligárquico: simplemente en el accionar basado en la excelencia en todos sus
aspectos. Y que al final no solo debe ser parte de los gobernantes. Este debe
ser un propósito general de una sociedad.
Para los griegos ser mejor significaba el cultivo de la
excelencia y esta estaba constituida en cuatro pilares: valentía, equilibrio,
prudencia y justicia si bien eso varía de acuerdo al autor y la interpretación
es a grandes rasgos así (se acuerdan de nuestro amigo Cayo Mucio? No les parece
conocido?). Estas cuatro virtudes si bien están orientadas hacia la guerra y el ejercicio ciudadano
(miremos que etimológicamente las palabras aristocracia y arete o compendio de
las virtudes aristocráticas, están relacionadas con Ares, el dios de la
guerra), estaba claro que para el correcto desarrollo de ellas era necesario el
cultivo del conocimiento en todos sus aspectos: el arte, la ciencia y la
filosofía. El arete griego es el equivalente latino de la dignitas (dignidad) o
posteriormente la virtud y contrariamente a lo que pensamos a veces acerca de
ella como algo innato del ser, esta se gana, se cultiva y hasta se pierde si se
traiciona lo que la dignidad obliga.
Desarrollar las virtudes aristocráticas significaba también
tres cosas: disciplina, convicción y sacrificio, el preciado bien de la
libertad como vimos en el caso de nuestro querido amigo Cayo Mucio, ser el
mejor implica grandes sacrificios, no es gratuito y ese mismo dolor es lo que
lo hace meritorio. Concluyendo un poco: el individuo libre es motor no solo de
su propio destino sino el de su sociedad y que para ello tiene que cultivar con
disciplina su virtud o dignidad, en fin, asumir el reto de ser mejor cada día.
La libertad y sobre todo el mérito y la virtud son costosos y no son gratuitos
o innatos.
Tristemente en algún punto
de la historia se tergiverso la palabra aristocracia y se concluyó
erróneamente que seres débiles y perezosos eran los mejores por un simple
determinismo natal, lo cual desvirtúa por completo el verdadero significado de
la palabra como aquí la tratamos y que queremos rescatar, además porque creo
que es hoy más pertinente que nunca, por eso creo que este debe ser uno de
nuestros propósitos: ser los mejores.
Personalmente creo en el individuo y su fuerza, que es
ultimas la fuente de la fortaleza de una sociedad. Me parece imposible pensar
en una mejor sociedad sin mejores individuos. Bueno…ha sido todo por ahora. Y
no siendo más me despido y que aceptemos el reto de ser mejores así haya que
aceptar a cambio el ardor de las llamas consumiendo nuestro ser. Es posible que
las historias de Lars Porcenna, Cayo Muncio y demás este ya que está contada a
la manera en que la contaron los cronistas romanos de la época que eran
republicanos y que generalmente eran bastante sesgados como era de esperarse, sin
embargo quien quiera una versión diferente pues espero la busque. Busquemos las
historias en la historia. Y hasta la
próxima.
Comentarios
Publicar un comentario