UN SEGUNDO NACIMIENTO


 Mientras escribía esto se estaba jugando la final del campeonato mundial de futbol y jugaba Croacia: un país pequeño que hace unos años estaba enfrascado en un cruento conflicto. En algo más de veinte años luego de ello estaban jugando la final del mundial pero no solo eso: han invertido fuertemente en el deporte y este a sido un motor importante en la reconstrucción de la nación. Algo similar ocurrió en Sudáfrica cuando Mandela utilizado el mundial de rugby para unificar la fraccionada sociedad sudafricana. Pero como fue ello posible?
Una de las cosas más interesantes del deporte es la transmisión de valores y la generación de tejido social a partir de la conformación de un esfuerzo colectivo basado en la superación personal. Alguna vez vi por ahí que mientras la política y la religión nos dividen, la música y el arte nos unen. Creo que el deporte obra fuertemente en ese mismo camino y creo que ahí radica su importancia. En la universidad hace rato ya, en clase de ética tuve una revelación: el juego es un acto ritualizado donde el colectivo alimenta un mito: el enfrentamiento contra las fuerzas primordiales de la naturaleza y desde ese mito construye un lenguaje común.
Aunque nunca antes lo había visto tan presente hasta ese momento no era un concepto ajeno para mí. Todavía hoy después de veintitrés años y una cantidad incontable de tiempo en la cancha, siento la fuerza mágica de la cancha donde el tiempo, el espacio y la concepción de la realidad cambian radicalmente. Me sorprendió ver que es una situación que muchos deportistas competitivos han percibido: que el espacio se reducía a la cancha, el tiempo al que dura la contienda y la realidad a los hechos relacionados con el juego, No existe ni antes ni después ni mundo exterior cuando estas en el juego. Por eso comenzare desde este extraño lugar (la mitología) para hablar de los valores del juego, de su importancia y del porque a pesar de todo lo azaroso que él representa vale la pena asumirlo.
Uno de los mitos más recurrentes y posiblemente la piedra angular de las mitologías es el mito del Segundo nacimiento. El mito del segundo nacimiento o el renacimiento relata el descenso del héroe hacia el abismo (que muchas veces es la muerte) para emerger transformado y transformando el mundo a la vez. Generalmente la muerte o el descenso son una metáfora que representa la superación de la dificultad, el autocuestinamiento y al final de la resiliencia.
Meditando sobre el porqué estás en las canchas durante estos años, soportas duros golpes uno tras otro, superas una lesión tras lesión, llegar de noche hecho polvo casi todos los días de la semana durante la mayoría de las semanas del año, que arriesgas semanalmente tu integridad no podía llegar a otra razón. Emerger renacido cada día, cada entrenamiento, cada partido. Pero seguro más importante. Transformándote y transformando el mundo en el proceso.
No se puede entender la cancha sin el dolor y el sufrimiento que al final redime el héroe al enfrentarlo y superarlo. No solamente en la cancha, también en el día a día es dolor y sufrimiento (un gran jugador dijo alguna vez que si no te has lesionado o no has jugado mucho o no has jugado bien). También te hacen las derrotas, los reveces que son los descensos al mundo de la muerte del cual el jugador debe emerger camino hacia la victoria.
Relatar esto sin historia es como comer empanada sin ají…mucha sustancia poco sabor. A muchos se les hace difícil entender un GRC  perdedor y derrotado. Siempre visto por todos por la ya larga hegemonía pocos tienen la memoria del ascenso de nuestro club y mucho menos del esfuerzo que tuvimos que hacer todos los que hacemos parte de esta historia para llevarlo allá.
Puedo recordar muchos sucesos pero prefiero relatar dos, posiblemente relatarlos no será tan emotivo como relatar las victorias pero bueno siempre tendremos sentimientos encontrados. La primera fue en diciembre del 2001. Luego de un buen fin de año en el 2000 habíamos comenzado el 2001 con un buen ánimo y buenos resultados igualmente. Habíamos comenzado también con el proyecto de iniciar un grupo formativo lo cual en ese momento no existía en el rugby colombiano. Llegamos a la tercera copa Medellín con el ánimo y la intensión de ganarla.
Tuvimos unos buenos partidos y con méritos llegamos a la semifinal. En la semifinal nos encontramos con el equipo de la universidad nacional que presento un juego decidido y rápidamente se fue al frente. El partido se mantuvo muy parejo y disputado. En medio del fragor del juego, en un ruck recibí un corte en una ceja. Salí temporalmente por sangre, un vendaje y de nuevo al campo. Tomamos un respiro y pudimos remontar en el partido y pasar a la final.
Ya en la final teníamos al frente a eafit. Un fuerte rival en el campo con demasiados argumentos tanto en sus hombres como en su capacidad como equipo para ser el vencedor. Nosotros igualmente teníamos argumentos en ambos aspectos así que el partido prometía ser  muy bueno y duro. El marco era dramático: una ligera lluvia nocturna en la cancha principal de la U de A donde cinco años antes se había constituido el club.
El partido comenzó y fue una verdadera batalla campal, eso sí, dentro de los límites de la lealtad. Iniciamos con una patada y nos fuimos arriba manteniendo además un ligero dominio durante el primer tiempo. Al comenzar el segundo la historia fue diferente…teníamos al rival encima en nuestra zona roja y había una sucesión de penales que siempre eran cobrados al juego. Recibíamos una tras otra oleadas las cuales deteníamos siempre tacleando a muerte. Durante más de diez minutos estuvimos en extrema defensa. Quienes han jugado rugby saben lo que eso representa. En un instante durante esos diez minutos fui a un tacle y recibí un nuevo golpe en la cabeza con un nuevo corte pero esta vez sí quede muy afectado, difícilmente podía caminar y más escasamente sabía dónde estaba. Un instante después hubo try del rival y se fue adelante. Yo no pude continuar esta vez y aunque pudimos salir de la zona roja e ir a buscar el try al final caímos. No quiero relatar la decepción y el dolor ya que incluso a varios se nos aguaron los ojos. Siempre será duro ver escapar algo por lo que luchaste tan duro, incluso a riesgo de comprometer tu integridad. Igual empacamos nuestro dolor en el baúl de los recuerdos y nos preparamos para una nueva batalla.
El segundo suceso que relatare ocurrió dos años después también el un copa Medellín. Iniciamos el sábado con un buen partido el cual ganamos sin mucho afán pero por cuestiones del torneo se aplazó el segundo partido del día para el segundo día así que si llegábamos a la final tendríamos que jugar cinco partidos en un solo día…una cosa imposible. El primer partido fue contra el rival más duro y a la postre el campeón: selección Bogotá que en ese entonces era la base de tucanes (el seleccionado nacional para los que no son del mundo del rugby).
Plantamos un gran juego y contra todo pronóstico ganamos a primera hora del día. Luego tuvimos el último juego del grupo contra petirrojos y lo sorteamos bien. Vinieron luego coyotes y por ultimo minotauros. Este último partido era la puerta a la final y fue de verdad muy duro. Luego en tantos minutos en cancha durante ese día las fuerzas faltaban y las lesiones caían como plagas bíblicas.  El partido fue bastante difícil, minotauros, un muy duro rival,  se fue adelante. Tuvimos muchas oportunidades pero errores de manejo de la tercera cortina nos hacían esquivo el try para irnos al frente. Al final pudimos apoyar el try lesionándose en el camino un jugador más.  Ya en la antesala del último partido nuevamente contra selección Bogotá, nos mirábamos y nos preguntábamos entre nosotros como estábamos respondiéndonos a su vez que estábamos bien. Sin embargo los ojos de todos y cada uno decía lo contrario. Una mirada lejana y esquiva se mostraba en los ojos de todos, los movimientos impostados demostraban el dolor y el extremo agotamiento pero era la voluntad de todos pararnos y dar una batalla más costara lo que costara.
Al fin salimos a jugar la gran final al fin y comenzó una fuerte contienda. Ya el rival ante la derrota sufrida en la mañana estaba advertido teniendo además mayores recursos en cuanto a disponibilidad de jugadores. Nos opusimos alrededor de treinta minutos pero al final recibimos un try. Después de la patada de reinicio era claro para mí que solo me quedaba esa jugada y nada más. El rival recibió el balón y fue hacia adelante y yo fui también al tacle decidido también, listo a asumir un duelo a muerte entre portador y tacleador. El rival salió lesionado y yo ya estaba vacío, desde ese momento seria solo poco más de un observador para mi congoja. Terminamos el primer tiempo no lejos en el marcador pero ya sabíamos que no tendríamos con que afrontar el segundo tiempo. En el campo muchos estaban golpeados pero no podían ser reemplazados porque los de la banca estaban peor. Se podía ver el vacío del agotamiento en los ojos ya vidriosos y lejanos de todos. El barco se hundió sin posibilidad de salvarlo.
Estas derrotas así como las victorias nos han marcado como club. Desde aquí se cambió el enfoque en los entrenamientos y el planteamiento táctico, se fortaleció aún más el trabajo formativo en el club y nos puso como reto superarnos. Eso vendría dos años después cuando los frutos de un intenso trabajo comenzaron a fructificar pero eso ya no hace parte de esta historia.
los valores que debe tener un deportista a carta cabal están soportados en dos pilares: el deportista como persona y el deportista como tal (profesional). En el primer caso, el sacrificio en la cancha dentro de los límites de la competencia genera una fuerte solidaridad hacia el rival que al final se traduce en un profundo respeto y lealtad. El común sacrificio hermana los participantes del ritual del juego transformándolos en el camino. Hay una parábola de dos personas en la base de una montaña y que al estar en lados opuestos no se pueden ver. Ambos emprenden el camino a la cima y al llegar se pueden ver tal cual son. Seguramente antes solo tenían imágenes herradas y tergiversadas uno del otro. Ahora se podían ver tal cual eran.
En cuanto a la dimensión del jugador como tal,  el gran fruto es la disciplina. Después de mucho tiempo comprendí que la disciplina es un edificio que se construye paso a paso. Para iniciar a construir la disciplina se debe crear una base de pasión. Es difícil generar una verdadera disciplina cuando no se siente pasión por lo que se hace. Luego se debe adicionar el ladrillo de la constancia: Es imposible generar un proceso a largo plazo si este se aborta y reinicia a cada momento y por cualquier razón. Se debe por tanto ser constate y persistente para conseguir la meta final.
Por ultimo viene el ladrillo que termina el edificio: el conocimiento o el método: ya no solo la pasión y la constancia suman. Ahora hay que hacer las cosas cada vez mejor, leer mejor las señales del mundo externo e interpretar mejor la respuesta, conocer profundamente su propio cuerpo y respetarlo, ser consciente de las debilidades y fortalezas que cada uno tenemos, conocer nuevas y mejores formas de hacer las cosas. En este punto nos damos cuenta que a veces más importante que lo que se realiza en la vida es vivirla intensamente, sintiendo que realmente se vive. Y eso se representa en una fuerte y profunda relación con uno mismo…el auto conocimiento.
Volviendo para terminar a donde habían terminado nuestras historias podemos decir que ellas nos mostraron el camino: primero porque fortalecieron los lazos entre nosotros hermanándonos en la adversidad y lo segundo porque teníamos que hacer las cosas mejor y perseverar e ello día a día para llegar al objetivo.
No siendo más me despido. Espero escribir algunas historias más esperando transmitir mis experiencias en el juego ya que al final es nuestra obligación transmitir el legado, que se fortalezcan día a día las bases de muestra cultura y sociedad. Invito a todos los que lean está a animarse y hacer sus relatos.
LUIS GUILLERMO ARBOLEDA…UN GATO MAS…


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